Tomado de: www.independent.co.uk |
Todos estamos removidos por las imágenes de ese niño, ahogado por respirar el mar y la arena de las playas donde acabamos de estar de vacaciones.
Pienso que ha sido clave para el impacto de la foto que el niño apareciera vestido (si se me permite el cinismo, “vestidito”), sin deformidades, y que fuera de aspecto “indoeuropeo” (blanco) y en un contexto muy cercano para todos, tras las vacaciones de verano: una playa. Que no se le viera la cara era condición para evitar la deformidad, y refuerza el dramatismo a la vez que lo despersonaliza. “Ese niño podría ser mi hijo, esa podría ser mi playa, podríamos haberlo salvado”. Todo eso hace que la foto no solo conmueva, sino que interpele: ¿qué voy a hacer, qué vamos a hacer, qué van a hacer otros?