Han pasado apenas unos días desde la celebración de las elecciones municipales y autonómicas cuando escribo estas líneas, y los acampados de la Puerta del Sol, que acapararon portadas en las fechas inmediatamente anteriores al 22 de mayo (…). Aquí puede decirse con propiedad que “en el pecado llevan la penitencia”: para combatir el sistema del que abominaban, los acampados quisieron explotar la resonancia y el brillo mediático que el propio sistema les brindaba, aprovechándose de una coyuntura electoral; y como, a la postre, el sistema pasó como una apisonadora sobre su chiringuito, sus reivindicaciones parecen hoy obsoletas y descangalladas, como cachivaches inservibles que recluimos en el desván. En lo que vuelve a demostrarse que el sistema forma una amalgama de poder inexpugnable; y que pretender derribarlo con acampadas es como oponerse al avance de una división Panzer armado con un tirachinas.