Uruguay es, y ha sido durante todo el Siglo XX y lo
que va del XXI, el país más secularizado y laico de América Latina[i].
Las causas más profundas de la debilidad de la presencia católica en nuestro
país, pueden encontrarse en la multisecular pobreza material de nuestra
Iglesia, consecuencia de la prolongada dependencia del Obispado bonaerense, del
que Uruguay se independizó recién en 1878. Si a ello se suma la creciente influencia
de la masonería en las elites gobernantes, en la cultura y en la educación del
país ya desde la segunda mitad del Siglo XIX, se entiende el motivo de la
temprana secularización del Uruguay.