La Asociación Médica Mundial, en su Asamblea del 2019 volvió a
pronunciarse condenando la eutanasia y el suicidio asistido. Algo que se
reafirma en el campo de la ética médica desde el final de la Segunda
Guerra Mundial. Son muy pocos los países en el mundo que se han atrevido
a despenalizar la eutanasia, generando graves consecuencias sobre la
protección de los derechos de los más vulnerables. Si bien la situación
actual y los proyectos contemporáneos no son comparables con la
biopolítica de la Alemania nazi y sería exagerado y anacrónico hacer un
paralelo exacto con sus programas de eutanasia, me pareció interesante
repasar los argumentos que se esgrimieron en los años 40 para convencer a
los alemanes de eliminar las vidas “indignas”. Cada vez que se discuten
estos temas, se olvida la razón más honda de por qué los Derechos
Humanos se sostienen en el valor indiscutible de la dignidad de todo ser
humano, más allá de su condición o situación. Ninguna vida humana puede
ser considerada menos digna que otra, so pena de legitimar el desprecio
y el abuso de determinadas personas por el hecho de considerarlas
“vidas menos dignas”. Revisitando la historia podemos tomar conciencia,
de hasta qué punto la manipulación del lenguaje y los eufemismos nos
hacen indiferentes a graves violaciones de los derechos de los más
vulnerables.