Isabel la Católica |
El pasado 9 de marzo, en el programa “Las cosas por su nombre” de Radio Agricultura, la conductora Nicole Rodríguez comentó que “históricamente las religiones han tenido un papel fundamental en relegar a las mujeres”, y el conductor Fernando Villegas ahondó: “por
ejemplo, en la cristiandad la mujer era una fuente de pecado… la veían
con mucha sospecha… y en muchos momentos se discutió si tenía alma, si
era como un animal cualquiera… esa es la cristiandad”.
La verdad es que esa NO es la cristiandad. Sin duda muchos
cristianos han cometido errores en esta materia, pero juzgar al
cristianismo por “algunos” errores de “algunos” de sus miembros, es injusto. Veamos por qué.
El cristianismo comienza con la intervención de una Mujer:
Dios Hijo viene al mundo encarnándose en el vientre de María previo
consentimiento: de su “sí” al anuncio del ángel depende la
salvación del género humano. La Iglesia siempre ha proclamado la
grandeza de María, al punto de reconocerla como Inmaculada Concepción,
es decir, que al ser concebida quedó exenta de inclinación al mal y fue
siempre plenamente libre, siendo por tanto el ser humano más perfecto
que haya existido y existirá. ¿Ha generado el occidente moderno
‒referente desde el cual se juzga el trato a la mujer en la historia‒
algún relato o título que manifieste tanta magnificencia respecto de una
mujer (o de un hombre incluso)?