Se pueden distinguir dos categorías de líderes públicos, unos, según sean cargos de elección política o funcionarios de carrera; otros, según ocupen puestos de línea o de staff.
Por la naturaleza de la Administración Pública, sea cual sea la categoría del ejecutivo ha de saber actuar diríase con gradualidad y con oblicuidad; es decir abordar los cambios y programas gradualmente y actuar transversalmente en la estructura. La continuidad de los programas precisa de ambas para superar la inmediatez política y la rigidez procedimental.