Violencia en México |
La
educación es la única vacuna
contra la violencia.
Edward James.
El año 2014 se presenta para México como
el punto más crítico en la aguda enfermedad de violencia que ha caracterizado
la historia del país desde su nacimiento como encuentro de pueblos, como nación
independiente, o como Estado Revolucionario-Institucional.
La gobernabilidad del país se encuentra en un delicado punto de quiebre donde los cuerpos policíacos han perdido toda credibilidad y legitimidad para el uso de la fuerza y la instauración del orden. De manera coloquial podemos presentar la siguiente imagen. Si nos encontramos en una esquina a un policía y en la otra a un ladrón, ¿qué esquina es mejor tomar? Hoy para muchos la respuesta es evidente, es mejor pasar por el ladrón quien tomara tus pertenencias, si cooperamos en el asalto. Sin embargo, la ruta del policía se presenta como una ruta que hay que evitar a toda costa, ya que el policía a pesar que cooperemos nos robará, nos golpeará y finalmente nos priva de la libertad o de la propia vida.
Queda claro como muestran los hechos
desencadenados por la desaparición de los normalistas en Guerrero que el pueblo
mexicano ha perdido toda la confianza en las autoridades encargadas en las labores
de seguridad. Ante ello, la BBC de Londres denomina la situación como una “Insurgencia Social” cuando da la vuelta
al mundo la imagen del Palacio de Gobierno de Iguala incendiado por los
manifestantes. Sin embargo, esto no es un hecho aislado conlleva un efecto
combinado que ha salido del control de las autoridades como la fuga del
presidente municipal de Ayotzinapa, las huelgas en apoyo a las protestas del
IPN, la UNAM, la propia Universidad Iberoamericana. E inclusive, se sabe del
caso de los alumnos del Tecnológico de Monterrey que fueron baleados por la
policía ministerial de Chilpancingo al negarse a detenerse en un retén donde
finalmente termino herido un alumno de intercambio de Alemania. Hecho que lleva
las protestas al plano internacional como las manifestaciones en Estados Unidos
e incluso se espera en los siguientes días se sumen algunos grupos
estudiantiles de universidades europeas.
Ahora bien, la Revista Proceso hace
mención que ante las manifestaciones que se esperan en el puerto de Acapulco
las autoridades intentan blindar las oficinas de gobierno organizando grupos de
choque con narcotaxitas quienes reciben 500 pesos por el apoyo.
De esta manera, brotan los problemas
sistémicos del país. Por un lado, la inseguridad que se agudiza por los nexos
entre los gobernantes y la delincuencia organizada. Y por otro, la poca
atención y respeto hacia el ámbito educativo. Es así, que encontramos un
enfrentamiento entre la violencia y la educación. Un contrapunto que no será
sencillo solucionar, ya que en este momento las autoridades han dado la orden a
las fuerzas de seguridad de no agredir más a los estudiantes. Cuestión que en
conocimiento de los grupos anarquistas que se infiltran en las protestas pueden
llevar a más casos de vandalismo, desorden y caos, sabiéndose casi intocables
por las circunstancias.
En consecuencia, ¿Qué nos cabe esperar
ante la caída de la fichas en su efecto domino? Queda claro, que el país requiere una
profunda reforma educativa, a la vez de un cambio de los cuerpos policiacos.
Este reclamo lo conocemos muy bien desde hace años, sin embargo a pesar de las
pomposas reformas, la creación de nuevas instituciones, los anuncios en los
medios masivos de comunicación, todo ello no ha tocado la verdadera
transformación moral que requiere la sociedad mexicana y sus instituciones.
Desde esta perspectiva podemos presentar
las siguientes conclusiones que es necesario que tanto las autoridades como la
sociedad civil jueguen un papel corresponsable para darle solución, ya que de
continuar estas tendencias el fallo sistémico del Estado de Derecho nos llevara
al fracaso como Nación. Dichas conclusiones son:
1.- La violencia se ha instaurado como
un modelo de control en el gobierno donde las autoridades se han convertido en
aliados, en protectores de la delincuencia antes que cumplir con las
expectativas de desarrollo de la ciudadanía.
2.- Las autoridades han mostrado tener
poco respeto hacia los procesos educativos, incluso aparece
como condicionante contar con el mínimo de instrucción y estudios para
formar parte de la policía o del propio gobierno. Por ello, si los ciudadanos
no tienen confianza hacia quienes son responsables de la seguridad pública, es
porque las propias autoridades no tienen respeto por la educación y el Estado de
Derecho, es más en la mayoría de los casos la autoridad desconoce los
postulados de la Ley, así como el reconocimiento de los derechos humanos.
3.- Aunque se ha tomado como modelo la
violencia como instrumento de control, la realidad de los últimos años ha
mostrado que un pueblo sin educación no tiene otra alternativa que la violencia
y la delincuencia. Es por ello, que los grupos delictivos son cada vez más
fuertes porque poseen un mayor poder de reclutamiento entre los jóvenes con o
sin formación escolar, ya que ofrece mayores oportunidades de crecimiento
económico e incluso habré espacios en la administración pública y el gobierno.
De aquí, que la ciudadanía considera la autodefensa como
una vía legitima para instaurar la seguridad en sus comunidades y como un
seguro de autoprotección.
Por lo tanto, ¿quién ganara la batalla
entre la ignorancia y el conocimiento? Tal parece, que el simbolismo de nuestro
lábaro patrio ha de ser cambiado por la serpiente devorando al águila, ya que
esta es la auténtica realidad que prevalece más allá de la imagen anacrónica del
mexicano manso, hospitalario y amistoso.
Miguel Ángel Rosales Alvarado.
Doctor en Gobierno y Cultura de las
Organizaciones.
(Universidad de Navarra).
Asociado de CIVILITAS-EUROPA
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