La multiculturalidad es tan antigua como la misma humanidad. El cultivo de cada persona en su familia, en su ciudad, nunca es exactamente el mismo que el de otras personas. Justamente esa diferencia hace posible algo que es central para la cultura, a saber, el diálogo. La diferencia existe para la relación y la relación para la vida de cada uno, que crece y es feliz en ella.
Ese diálogo entre personas cercanas genera, con el paso del tiempo, las culturas de las sociedades. Y ciertamente existen culturas más cercanas o más lejanas, pero el problema del diálogo entre ellas no es esencial, aunque es verdad que resulta más difícil normalmente acercar culturas lejanas. En otras palabras, lo que se sostiene aquí es que la multiculturalidad no es un problema, sino una dificultad.