Como es bien sabido, tanto en el
ámbito empresarial privado -con la perspectiva de grandes nuevos mercados y
negocios- como en la estrategia política internacional, el interés por conocer
todo lo referente a China es un fenómeno creciente en los últimos
años.
Por eso juzgamos que a muchos de
ustedes les va a interesar que les enviemos información sobre una tesis doctoral
que acaba de defenderse en el programa sobre Gobierno y Cultura de las Organizaciones
del Instituto “Empresa y Humanismo” de la Universidad de Navarra.
Supone una valiosa y muy útil introducción a la historia, instituciones y
valores chinos que ayuda a comprender una mentalidad difícil para los
occidentales.
El autor –gran amigo de CIVILITAS-
lleva viviendo en Macao y Hong Kong 25 años, desde donde ha impulsado los
negocios de su grupo empresarial familiar por toda China y otros países de
Oriente. Él y su grupo han sido unos visionarios y adelantados en descubrir las
inmensas posibilidades de aquellos mercados. Conoce muy a fondo todo lo
relacionado con el gigante asiático, y tiene un profundo afecto a aquel inmenso
país y a sus gentes. Es ya un “chino con rostro de occidental” y por tanto un
magnífico puente entre aquella mentalidad y la nuestra.
Con el fin de hacer este envío lo
más breve y liviano posible, les adjuntamos un abstract de la Tesis , el prólogo y la
introducción, el índice y una breve cronología de historia china, más las
conclusiones: en total 18 páginas. Si a alguien le interesa podemos enviarles la
tesis completa de 347 páginas.
Con el deseo de que ésta sea una
pequeña pero útil contribución más a la formación de una nueva dirigencia, les
enviamos nuestros saludos más cordiales,
Delegación de CIVILITAS en España, 5 de mayo de 2010.
TESIS DOCTORAL
La Relación entre familia y Estado en la historia de China: Las grandes épocas
Pablo José Otegui Paullier
Universidad de Navarra
Marzo 2010
Resumen:
La tesis versa sobre las constantes en la relación entre familia y Estado en China a lo largo de los 4.000 últimos años. Procura identificar los factores culturales, cualitativos, no-cuantificables, que han estado presentes a lo largo de la historia china. Las fuentes históricas utilizadas han sido los Libros Clásicos de la Antigüedad, el Código de la dinastía Ming, y la legislación moderna sobre la familia. La tesis muestra como, virtudes como, la benevolencia, piedad filial, cortesía, lealtad, sabiduría, justicia, sinceridad y tolerancia –enseñadas y cultivadas en la familia- constituyen el cimiento del orden y la cohesión social china, y contribuyen de forma decisiva a la construcción de la unidad nacional. Un descubrimiento de la investigación es que los elementos nocuantificables en la relación familia y Estado no han sido suficientemente considerados en la formulación de la política de planificación familiar de finales del siglo XX. El estudio recomienda que en futuros desarrollos de las políticas familiares, se deberían tener en cuenta los factores no-cuantificables, puesto que son reflejo de la experiencia histórica del pueblo chino y una expresión de su personalidad cultural. China está en proceso de asimilar una mayor comprensión del concepto de persona, que también podría eventualmente mejorar la relación entre familia y Estado.
Palabras claves:
China, familia y Estado, Planificación Familiar, Cinco Libros Clásicos, Confucio
PRÓLOGO
En el año 1986 me trasladé desde Uruguay, mi país de nacimiento, a Hong Kong y luego a Macao por motivos profesionales. Mi trabajo me lleva a viajar con frecuencia a la capital de China y a veces a otras ciudades. En el año 1992, hablando con el Sr. Yao, un cliente de Hangzhou, le comenté que a menudo escribía mis impresiones y sugerencias a una persona amiga de Beijing. Recuerdo que Frank, así se llama mi amigo de Hangzhou, me animó mucho a continuar escribiendo. Me dijo que los dirigentes de China nos escuchan, refiriéndose a los hombres de negocios de mi país. Me decía que cuando vienen extranjeros de países a los que consideran ‘potencias extranjeras’ les escuchan, pero siempre existe la sospecha de que esas personas tengan o puedan tener sus propios intereses. Con ustedes, -son sus palabras-, existe amistad y confianza.
En el año 2005, con motivo del comienzo de un Curso de Español en la Universidad de Macao, surgió la necesidad de que completara mis estudios de post-grado. Otro amigo, esta vez de Hong Kong, me sugirió que abriese la página web de la Universidad de Navarra y buscase el Curso sobre Gobierno y Cultura de las Organizaciones del Instituto de Empresa y Humanismo. Al hacerlo, me quedaba claro que existía la posibilidad de unir la armonía china con la cultura de occidente; el humanismo chino -puro y natural como la piedra de jade- con el humanismo occidental, purificado por una revelación. Mi amigo de Hong Kong se llamaba Alberto Serna. Falleció mientras cursaba este mismo doctorado y descansa en paz en Pamplona. Aunque no sea el momento de dar gracias, quiero agradecerle a él, no sólo éste, sino muchos otros consejos que supo darme a lo largo de más de 20 años.
Unos meses antes de solicitar ser admitido a cursar este programa, aquella persona amiga de Beijing me había sugerido que escribiese mis impresiones sobre mis primeros 20 años en China. A una página por año, le preparé un escrito de 20 páginas. Como prueba de suficiencia para ser admitido al programa de doctorado, adjunté una copia de esas impresiones sobre China. El director del Instituto me manifestó su deseo de publicar aquel escrito en la Revista Nuevas Tendencias. Entre otras consideraciones, allí quedaba de manifiesto mi preocupación por la actual política de Estado con respecto a la familia, a la que ha puesto bajo una prueba considerable. Es decir, aún antes de comenzar los estudios, ya estaba decidido que el tema de mayor interés y preocupación por mi parte era la situación de China y su futuro, y se centraba en la relación entre el Estado y la familia.
Desde un punto de vista político, China ha sabido superar y sanar las heridas causadas por la lucha de clases durante la Revolución Cultural.1 Más difícil es estimar los daños causados por esta Revolución en su intento de romper con el humanismo de la época clásica. Actualmente, el Estado está dando pasos para recuperar las figuras más destacadas de las sociedades de la antigüedad. Por varios años se experimenta el aumento de la presencia de muchos de los textos y personajes que forman parte importante de la bibliografía de esta tesis, tanto en las aulas como en las librerías, los periódicos, los museos, los mausoleos, los parques, etc. Esta situación coyuntural da, -no porque sea el interés de la investigación- una gran relevancia y vigencia al tema elegido para este trabajo.
Un objetivo de este estudio es, entonces, despertar el interés por el humanismo clásico a una generación que hoy comienza o ya ha comenzado a ser protagonista de las decisiones de Estado, jóvenes que han sido educados durante la Revolución Cultural, y por lo tanto, que han tenido una educación sin referencias o con muy escasas referencias al pasado cultural de su nación. Es mi deseo que esta tesis sirva también para despertar el interés de estudiosos occidentales por los grandes temas de oriente. Hace unos siglos, la mayoría de la gente en China lo hubiese considerado una intromisión. Hoy, China está a la espera de oportunidades de diálogo y de intercambio de ideas, de modo que se pueda alcanzar un mayor enriquecimiento mutuo.
El tema es de interés en cualquier parte del mundo pero más aún en China, porque esta relación entre familia y Estado afecta a una cuarta parte de la población del mundo. De igual modo, el tema es atractivo en cualquier parte, pero más aún en China porque, por ser una de las civilizaciones más antiguas del mundo, la relación entre familia y Estado es de gran riqueza y variedad.
El tema es relevante; prueba de ello es la misma organización de los Estados modernos, que dedican una parte importante de su organización a temas familiares: planes de vivienda, seguridad social, servicios de salud, sistemas de pensiones, educación… Son pocas las áreas de gobierno que no afectan a la familia. El tema es vigente. Cada vez aparecen con más frecuencia en la prensa noticias informando de algún aspecto que hace referencia a un aspecto central en esta investigación: las consecuencias de la planificación familiar.
Por ultimo deseo expresar mi agradecimiento. En primer lugar a la Universidad de Navarra, donde he comprobado de muchas maneras la solicitud y el afecto que extiende generosamente a todos sus alumnos. Al Instituto Empresa y Humanismo, que incansablemente promueve la excelencia de la actividad intelectual. Menciono a tres representantes del Instituto, pero a todos absolutamente se dirige mi agradecimiento. A D. Rafael Alvira, por su prudente consejo y el sabio título que sugirió dar a esta obra. A D. Antonio Moreno Almárcegui por sus muchas sugerencias, en particular, porque por dos veces le propuse incluir un capítulo con comparaciones con la cultura occidental, y las dos veces supo mostrarme acertadamente que me apartaría del tema de la tesis. Y por el alto grado de confianza con que fue alentándome al trabajo. A Doña Marina Martínez, por su infinita paciencia en la corrección de los originales de esta tesis.
A los integrantes del Tribunal agradezco mucho sus comentarios, propuestas, preguntas, sugerencias y correcciones. En particular agradezco la corrección unánime de hacer más explícita la introducción que sigue a continuación. También agradezco sus felicitaciones al doctorando.
Con respecto a ‘Chargeurs Textiles’ (Uruguay), la empresa que me dió la oportunidad de trasladarme al Oriente, no puedo hablar sólo de agradecimiento, sino de una deuda de gratitud. Entre otros motivos, por la confianza, la libertad de acción y el poder de decisión que ha depositado en mi gestión como su representante en China. La intervención de D. Luis Oliveira Díaz y su hijo Duarte han sido muy importantes para llevar a cabo este proyecto. Y la ayuda de D. Javier de Pedro, un gran sinólogo y un gran amante de China, fue decisiva en muchos aspectos, desde el embellecimiento de las traducciones de las poesías hasta aclaraciones de conceptos y de temas que yo no alcanzaba a comprender.
Me llena de gozo pensar en la amistad que mantengo con muchos amigos en Beijing, Shanghai, Hong Kong, Taipei, Macao, en toda China. Aunque hiciera una lista larga, sería injusto con muchos. Mi agradecimiento sincero a todos ellos. Primero por su amistad, y luego porque de una forma u otra, todos y todas, además de amigos, han sido y son mis maestros.
Al seleccionar muchas de las poesías de la antigüedad, al escribir sobre la deuda de gratitud de los hijos hacia sus padres por el don de la vida, y sobre otros muchos grandes momentos del humanismo chino, mis sentimientos se dirigieron con agradecimiento a mis padres y mis nueve hermanos, y por ellos doy gracias a Dios.
INTRODUCCIÓN
LAS GRANDES ÉPOCAS
Al comenzar a observar las relaciones entre familia y Estado en la historia de China, resalta un hecho sorprendente: la civilización China descansa sólo en estas dos instituciones, que son al mismo tiempo la razón de su fuerza y de su debilidad. País en chino se expresa con dos ideogramas, ‘guo-jia’ que significan respectivamente, Estado y familia.
La civilización se funda en la fortaleza de la familia y en el poder del Estado, no en las personas o en las estructuras de la sociedad civil.2 Este sistema, por una parte, ha garantizado la unidad de la nación durante más de cuatro mil años; por otra parte, ha reforzado los lazos familiares, de modo que China puede entenderse como una sociedad de familias unidas.
Desde el siglo XXIII a.C. hasta el fin de la época Imperial, en el año 1911 d.C., se suceden unos trescientos emperadores, -todos hombres, salvo tres excepciones- que provienen de un reducido grupo de dinastías familiares. Por más de tres mil años, cada emperador se da el título de ‘Hijo del Cielo’ (Tian Zi), porque del Cielo era de donde recibía todo su poder, el ‘mandato del Cielo’.
En el año 221 a.C. se concretó la organización centralizada de China. A partir de entonces se decretó que todos los asuntos del mundo, grandes o pequeños, tenían que ser decididos por el emperador. Excepto él, no existía otra estructura independiente, ni de poder, ni de autoridad. Todos los funcionarios, las instituciones de gobierno y las religiones fueron, desde entonces, instrumentos dóciles en sus manos.3
El imperio fue creciendo en extensión y en población. Su unidad, o la falta de ella, dependía del tono de las relaciones del emperador con los clanes familiares, y de las relaciones entre los clanes mismos: ‘Quien tenga el apoyo del pueblo, podrá retener el poder del Estado, y el que pierda el apoyo del pueblo, perderá el control del Estado. Prioridad del gobernante será cultivar las virtudes, porque con ellas obtendrá el apoyo del pueblo. Con el apoyo del pueblo, será capaz de mantener la tierra. La tierra producirá abundantemente. Y la abundancia traerá el equilibrio financiero’.4
En esta gran época imperial, tanto feudal como unificada, no hubo organizaciones no gubernamentales, no había gremios, ni corporaciones ni universidades privadas: sólo existía la familia, el grupo familiar, la empresa privada familiar. Sólo el Estado y la familia. La forma de organización del trabajo en China giraba en torno a la familia. En su inmensa mayoría, el grupo económico familiar trabajaba una parcela de tierra que por siglos, por milenios, pasaba de padres a hijos. Del mismo modo, en las ciudades, artesanos, músicos, comerciantes, etc. transmitían su arte de padres a hijos.
Habitualmente el lugar de reunión familiar era la casa ancestral, en la que se conservaban las tablillas con los nombres de los antepasados. Allí se reunían los miembros rectores de la familia para deliberar acerca de los beneficios de los campos, resolver el cuidado de los ancianos, resolver las posibles discrepancias, decidir sobre la educación y el matrimonio de los jóvenes, etc. Simplemente, todos deseaban una descendencia numerosa y contemplaban con alegría una larga vida.
Los grandes momentos de descanso y de fiesta eran las reuniones familiares, en especial las del Año Nuevo Lunar, que aún hoy constituyen una de las mayores fiestas familiares del mundo.5 Las bodas, los banquetes, los días de ceremonias a los antepasados, los festejos al cumplirse el primer mes del nacimiento de un hijo, el comienzo de un negocio, el regreso de un familiar o de un amigo. Es en familia donde se celebran las fiestas.
Ninguna otra institución excepto la familia puede explicar la supervivencia de China como Estado durante más de 5000 años. Cuando, a lo largo de los siglos, se sucedan las invasiones de los pueblos vecinos del Norte y del Oeste, será la familia china, con su rica cultura y su profundo humanismo, quien absorberá a los conquistadores y los convertirá a su forma de vida. La civilización china tiene una merecida fama por su alto grado de humanismo. La piedad filial, la armonía, la hospitalidad, la tolerancia, el amor por la naturaleza y, el amor a la vida, son algunas de las muchas notas de ese humanismo, capaz de conquistar a quienes se acercan a China.
Al igual que en muchas democracias occidentales, a partir de la segunda mitad del siglo XX, muchos intelectuales consideraron que era insostenible el crecimiento de la población. Para evitar la explosión demográfica que vaticinaban, propusieron llevar a cabo una estricta política de planificación familiar. En términos dialécticos, presentaron una contradicción entre población y desarrollo. En un breve periodo de tiempo consiguieron hacer que sus ideas pasaran a ser política de Estado. Este control del crecimiento de la población ha introducido en la historia de la relaciones entre familia y Estado una transformación radical, situación que requiere una mayor profundización y estudio.
Desde muy recientemente, la institución matrimonial y la institución familiar, se encuentran bajo una prueba considerable. La milenaria relación de respeto por parte de terceros al derecho matrimonial a la procreación, ha dado paso a una relación de subordinación de este derecho a los planes de desarrollo económico que de tiempo en tiempo se determinen. Es decir se ha supeditado el derecho matrimonial a factores externos de tipo cuantitativo. Al estudiar las relaciones entre familia y Estado nos proponemos aportar elementos tomados de la propia historia china que pueden iluminar el camino por delante.
La mayoría de las opiniones sobre las que se apoya la actual política familiar son de índole económico. De hecho, aún no ha transcurrido medio siglo desde la instauración de la actual política de planificación familiar, cuando ya se comienzan a sentir algunos efectos, algunas consecuencias que son motivo de preocupación. De lo que aquí se trata es de averiguar en qué medida factores de tipo no-económico pueden ser relevantes para un análisis en profundidad de la actual política de población y desarrollo.
Pero, ¿cómo descubrir la realidad, la verdad del matrimonio y de la familia? Se me ocurrió que una formula posible era mostrar cómo desde el rico conocimiento acumulado sobre la familia, -parte importante de la herencia cultural de la civilización china- se podrían extraer recursos e ideas para una mejor interpretación de las relaciones entre familia y Estado. Al comenzar esta investigación, no sabía que me iba a encontrar con una historia tan apasionante. La historia comienza de un modo admirable y original: el Estado chino es un Estado de familias. En este imperio reina la piedad filial. Los hombres aprenden a tratarse unos a otros igual que en la familia se tratan los hermanos.
Una gran ayuda para llevar a cabo esta investigación ha sido el profundo amor de los chinos por la escritura y por escribir la historia de forma concisa y clara. Ayuda al occidental a entender la historia oriental su amor por lo concreto, su poder de síntesis, su hablar de forma llana y directa. A veces, no pocas veces, hablan sin palabras, pero no porque quieran ocultar los hechos, sino porque estiman que esos hechos son tan obvios que no precisan de explicación.
Para la elección de las fuentes, se tuvo en cuenta la situación de privilegio que gozaban los llamados libros Clásicos. Estos libros, eran el material de estudio obligatorio de los jóvenes que una vez al año competían en los exámenes provinciales, nacionales e imperiales. Sólo los mejores alumnos, -muy pocos- eran seleccionados para formar parte del servicio civil. Sobre estos libros, se fue modelando el espíritu chino. El Estado seleccionaba los libros que constituían el núcleo de la educación de la juventud, y estas enseñanzas, alcanzaban hasta el último rincón del imperio. Los libros que no estaban en esas listas, por muchos y por muy importantes que fuesen, tenían escasa incidencia en los estudios y en la preparación de los jóvenes.
De aquí la relevancia de libros tales como, los cinco Clásicos que Confucio6 recuperó y que formaban parte esencial de sus enseñanzas; los dos grandes libros de la filosofía taoísta: el libro de Lao Tzu y el libro de Chuang Tzu; el pequeño libro de la Piedad Filial; y, a partir del siglo XIV, los cuatro Libros propuestos por Zhu Xi. Las enseñanzas de los libros, no se consideraban solamente como un conocimiento teórico, no eran simplemente unas fuentes teóricas de valor ético-filosófico. Los códigos dinásticos aplicaban toda la fuerza de la ley en defender y proteger las relaciones familiares.7
La gran mayoría de los estudiosos de la historia de China están de de acuerdo en afirmar que el humanismo chino descansa en tres escuelas de pensamiento: el confucionismo, el taóismo y el budismo. De entre ellas, el confucianismo ocupó un lugar preeminente en el diseño de las relaciones sociales, que no eran más que una extensión de las relaciones familiares.
El sistema de exámenes imperiales promovía continuamente la virtud y recompensaba el talento. El estudio estaba orientado a fomentar el desarrollo de las virtudes, en especial, la benevolencia, la cortesía, la justicia, la confianza, la sinceridad y la sabiduría. Son incontables los jóvenes que han realizado estudios, ensayos y tesis sobre estos libros de hondo contenido ético-filosófico.
Al intentar recorrer un camino similar al de aquellos estudiantes, me pareció de especial importancia aclarar tanto como fuera posible cuál es la herencia de Confucio, cuál la del confucionismo impuesto en la dinastía Han, y de forma especial, la interpretación personal de Zhu Xi y su influencia decisiva sobre el confucionismo posterior a él. Las disposiciones de los Códigos dinásticos sirven para mostrar tanto la fuerza de las relaciones familiares como la gran influencia que el Legalismo temprano del señor de Shang continuó teniendo hasta la entrada del siglo XX.
A partir del quién es quién en esta historia, y de cómo se relaciona el confucionismo con el taoísmo y con el budismo, van aflorando elementos que permiten formular ciertas conclusiones. La historia muestra que el taoísmo refuerza los pilares de la benevolencia, no tanto por ser la extensión de la piedad filial, como sostienen los confucionistas, sino porque es para ellos el camino para alcanzar la inmortalidad, entendida como una inmortalidad física. Está en las manos de cada hombre decidir la duración de su vida: los hombres que realizan buenas obras alcanzarán una vida larga; los que obran el mal, no hacen más que acortar su vida.
Por su parte, el budismo también refuerza la relación que los hombres mantienen con sus antepasados. El culto a los antepasados se purifica y se extiende a todos los hombres: al morir, los hombres y las mujeres que han sido buenos se convierten en bodhisattvas, -es decir- gozan para siempre de absoluta felicidad y, además, están en condiciones de ayudar a sus familiares del presente. El budismo refuerza tanto la tradición del culto a los antepasados como la obligación de ser benevolente; son las buenas obras las que conducen a los hombres a la salida de la rueda de las transmigraciones, para alcanzar el nirvana. Las malas obras conducen a formas de vida inferiores o, peor aún, a una serie descendente de hasta 18 infiernos.
Es decir, que la virtud de la benevolencia es el hilo conductor que une a las tres escuelas que más han contribuido al humanismo chino. Para las tres, la benevolencia es la forma más adecuada y perfecta al ser del hombre. Benevolencia que, en primer lugar, se practica en la familia. Y, así, durante cuatro mil años el Estado se ha apoyado en la familia, en la piedad filial, en la benevolencia, en la sinceridad, en la regla de oro de no hacer a otros lo que no deseamos que los otros nos hagan.
Desde el punto de vista de la organización del Estado, identificamos tres grandes épocas: la época feudal, la imperial y la republicana. En cada una de ellas, las relaciones entre la familia y el Estado van a adquirir diferentes tonalidades, que ocupan el lugar central de este trabajo. Para la metodología a seguir, hemos puesto en práctica un consejo de Confucio: ‘personalmente no estoy dotado de conocimiento innato. Soy simplemente un hombre que ama el pasado y es diligente en investigarlo’.8 Los Clásicos de la antigüedad son una combinación de libros históricos y libros sapienciales. Aunque puedan contener elementos de carácter legendario, no por eso han dejado de ejercer una influencia real y dinámica en la formación de la juventud, en la organización administrativa del Estado y en las familias.
1. La época feudal: Durante casi todo este período, el poder del emperador estuvo compartido con una nobleza muy fuerte, que gozaba de privilegios hereditarios. Tres dinastías, los Xia (2200-1600 a.C.), los Shang (1600-1050 a. C.) y los Zhou, (1050-220 a.C.) gobernaron durante cerca de dos mil años esta Nación que nace y se desarrolla en las orillas del Río Amarillo. Durante la última dinastía feudal, entre tensiones y conflictos, florecieron las escuelas de pensamiento más importantes de la civilización china.
Dedicamos a la época feudal cuatro capítulos:
El primero se refiere a los cinco libros Clásicos, verdaderos protagonistas de la civilización que nace a orillas del Río Amarillo.
El segundo está dedicado a Confucio y Mencio, dos hombres sin los cuales China no sería China.
En el tercero se detallan las obras de Lao Zi y Chuang Zi, fundadores del taoísmo filosófico.
Por último nos referimos a los maestros fundadores del Legalismo, quienes, en oposición a las propuestas de Confucio de dar el gobierno a los hombres virtuosos, propusieron el uso de la fuerza para reunificar el imperio y mantenerlo unido.
2. La época imperial: La caída de la dinastía Zhou marcó el comienzo del imperio centralizado. La primera dinastía, la Qin, fue tan violenta como breve (221-206 a.C.).
Le sucedieron, en ciclos de aproximadamente trescientos años, las dinastías Han (206 a.C.- 220 d.C.), Jin (265-420), Tang (618-907), Song (960-1279), Yuan (1206-1368), Ming (1368-1644) y Qing (1616-1911). En los intervalos hubo otras dinastías que no consiguieron establecerse por mucho tiempo.
La época imperial también se estudia en cuatro capítulos:
En el primero se describe la vida del pueblo durante las dos primeras dinastías: la dinastía Qin unifica al imperio; la dinastía Han, lo confucianiza.
El segundo capítulo lo ocupa el desarrollo del budismo en China. Aunque las enseñanzas budistas no se encuentran entre los libros del sistema de educación, su influencia es importante en la relación familia-Estado.
Luego se presenta uno de los fenómenos más importantes de la historia en China: el neo-confucianismo. Se destaca a Zhu Xi, uno de los pensadores más importantes de China.
Se cierra esta segunda parte con una descripción de las leyes y las costumbres. A modo de resumen de la época imperial.
3. La época republicana. Se establece, primero la República en 1911 y luego la República Popular de China, en 1949. La época republicana, aunque es joven aún, ya ha soportado grandes tribulaciones. Puede pensarse que está en pleno proceso de maduración y asentamiento.
La breve época republicana comprende sólo dos capítulos.
El primero trata sobre la revolución nacionalista, comenzando por las causas de la caída del imperio hasta la formación de la República China.
El segundo versa sobre la creación de la República Popular de China, desde la revolución permanente de Mao Zedong hasta las reformas de apertura de Deng Xiaoping, donde la historia se superpone y confunde con el presente y su proyección hacia el futuro.
Desde la perspectiva del tiempo, el tercer gran período de China acaba de comenzar. Es un período abierto a modelos occidentales; desde las reformas que concluyeron con la caída del imperio y la revolución llevada a cabo bajo las doctrinas marxistas, hasta las recientes políticas de puertas abiertas al mundo exterior. Comienza la incorporación de las personas jurídicas al sistema basado en las tradicionales relaciones sociales. Más importante aún, comienza a aceptarse el sistema social occidental, donde la persona es el sujeto de derecho.
Por no menos de cuatro mil años, el matrimonio y la familia en China, son dos realidades que surgen del amor, del deseo de dos familias de asegurar la continuidad del culto a los antepasados, de la comprensión entre los esposos, del deseo de apoyo mutuo, del deseo que les anima a tener hijos, de la disposición a no vivir la vejez en soledad, del amor mutuo entre padres e hijos, de la piedad filial, y muchos otros factores, todos ellos no cuantificables.
La importancia de este estudio radica, no en demostrar, sino en mostrar que el humanismo es aún válido y que el humanismo no se mide con los parámetros de una ciencia. El estudio sugiere la posibilidad de introducir algunos cambios de la actual política familiar, de modo de alcanzar una situación donde las relaciones entre familia y Estado sean más armoniosas. Para esto, la tesis apunta a alcanzar la recuperación de un derecho que es exclusivo de la institución matrimonial, esto es, el derecho de cada matrimonio de ejercer una paternidad-maternidad responsable.
Se puede comparar esta tesis a las poesías de la antigüedad china, que en la mayoría de las veces cantaban las maravillas de la institución familiar y en ocasiones, eran una petición de reconsideración de alguna disposición del Estado que afectaba a la vida del pueblo.
Una de las políticas de Estado más antiguas, que ha dado increíbles beneficios a China se sintetiza en pocas palabras: tratar bien a los que están cerca para atraer a los que están lejos. Para esto, el Estado promueve un clima de confianza, donde los hombres pueden fiarse del sentido común de sus vecinos. Además, era, y en cierto modo sigue siendo, obligación del Estado el hacer uso de su capacidad bienhechora. De este modo, las relaciones sociales, incluidas las relaciones entre Estado y familia, estaban envueltas en la virtud de la benevolencia.
Como fruto de la benevolencia surgen la armonía y la estabilidad, que conducen al Estado a manifestar una conducta de tolerancia hacia las distintas escuelas, esto es, hacia las tres enseñanzas. Además, los clásicos recordaban a los hombres la necesidad y la importancia de dar buen ejemplo, especialmente a aquellos que tienen funciones de gobierno. La unidad nacional china se forjó en la piedad filial y en una de sus primeras manifestaciones, la benevolencia.
El hecho de que la piedad filial siga siendo una característica tan propia de los chinos y que China haya mantenido su unidad y su identidad durante tanto tiempo, nos permite sugerir que pueda haber alguna correlación entre ambas realidades. Se puede pensar en una relación de causa y efecto. Al menos, puede decirse que los recursos humanos no cuantitativos ocuparon y ocupan un lugar importante en la construcción y el mantenimiento de la cohesión social.
Tres momentos muy significativos en la historia de China, y también de esta investigación, se corresponden con la aparición de Confucio, la de Zhu Xi y la de Kang Youwei. Los tres vivieron en momentos históricos de inestabilidad y sintieron la de necesidad de introducir reformas, o por lo menos de proponerlas. Los tres buscaron en el pasado las enseñanzas sobre las cuales construir nuevas fórmulas para superar las contradicciones con que se enfrentaban. Confucio fijó su atención en el ejemplo de los sabios emperadores del pasado remoto. Zhu Xi se centró en las enseñanzas de Confucio, de Mencio y en dos capítulos del libro de los Ritos. Kang Youwei puso su mirada en el Occidente y en los efectos que la occidentalización había tenido en Japón. De un modo semejante, esta investigación procura encontrar en el pasado, recursos suficientes, elementos que permitan superar, se sugiere por vía de una enmienda constitucional, la actual contradicción entre familia y desarrollo económico.
Durante la Revolución Cultural, -que tuvo lugar entre 1966 y 1976- los guardias rojos se dedicaron a eliminar a los ‘cuatro viejos’: las viejas costumbres, los viejos hábitos, la vieja cultura y la vieja forma de pensar. Una vez más, intentaron destruir al confucianismo, al budismo y al taoísmo. Pero, -al igual que sucediera con la dinastía Qin, inmediatamente después de su caída- con el retorno al poder de Deng Xiao Ping, en 1978, se reabrió la avenida de regreso a los clásicos en general y muy especialmente, del regreso a Confucio. De la elección que el Estado haga de sus modernos libros clásicos, es decir, de sus normas legislativas, dependerá en buena parte el futuro de la persona, el del matrimonio, el de la familia y el de la sociedad.
Índice
Prólogo 7
Introducción - Las Grandes Épocas 11
Primera Parte: La época feudal
Capítulo I: Los cinco libros Clásicos 21
1. Introducción 21
2. El libro de las Crónicas de Primavera y Otoño 26
3. El libro de los Documentos 31
a. Los emperadores legendarios: Yao y Shun 33
b. La dinastía Xia 40
c. La dinastía Shang 44
d. La dinastía Zhou 50
e. Consideraciones sobre el libro de los Documentos 59
4. El libro de los Cambios 64
5. El libro de los Ritos 69
6. El libro de la Poesía 77
Capítulo II: Confucio y Mencio 97
1. La herencia de Confucio 97
a. Los Cinco Libros Clásicos y Confucio 97
b. Una semblanza de Confucio 100
2. La herencia de Mencio 110
a. El ejemplo del emperador Shun 111
b. La familia, escuela de humanidad 117
c. La naturaleza humana 122
Capítulo III: El taoísmo filosófico 127
1. Lao Tzu 127
2. Chuang Tzu 137
Capítulo IV: La escuela legalista 149
1. El señor de Shang 149
2. Xun Zi 154
3. Han Fei Zi 160
Segunda Parte: La época imperial
Capítulo V: La unificación del Imperio 165
1. Los 14 años de la dinastía Qin 166
2. Los 400 años de la dinastía Han 169
a. La confucianización del Imperio 169
b. La vida del pueblo 175
c. El taoísmo religioso 185
Capítulo VI: La influencia del budismo 191
1. El contexto histórico 191
2. La doctrina del Buda 200
3. El Primer Discurso 202
4. El Pequeño y el Gran Vehículo 205
5. El budismo en China: La secta Chan 209
6. La dinastía Tang, 618-907 213
Capítulo VII: Los cuatro Libros 221
1. Introducción 221
2. El Gran Estudio 225
3. El Cielo y el Principio del cielo en el Gran Estudio 234
4. La Doctrina sobre el Justo Medio (Chung-Yung) 224
5. Del confucianismo al neo confucianismo 239
Capítulo VIII: El humanismo chino 251
1. La vida cotidiana 251
2. La familia 259
3. Las leyes 264
a. Principios generales 267
b. El gran Código de la dinastía Ming 267
Tercera Parte: La época republicana
Capítulo IX: La revolución Nacionalista 281
1. La caída del Imperio 281
2. La República de China 285
3. Las personas jurídicas 291
4. El concepto de persona 300
Capítulo X: La República Popular de China 307
1. Los primeros años: 1949-1978 307
2. Las nuevas leyes y la Constitución 310
3. Desarrollo histórico de la Planificación Familiar 315
4. La situación actual 322
a. Consideraciones de tipo económico 323
b. Consideraciones de tipo social 327
5. Un enfoque humanista 329
Conclusiones 333
Cronología 339
Bibliografía 341
Cronología
Época Feudal Siglo XXIV a.C.- 221 a.C.
Siglo XXIV a. C. Emperadores legendarios, Yao y Shun
2200-1650 Dinastía Xia
1650- 1050 Dinastía Shang
1050 - 221 a.C. Dinastía Zhou
551- 479 Confucio
-- -- Lao Tzu
390- 338 El señor de Shang
371- 289 Mencio
369- 276 Chuang Tzu
c.330- c.250 Xun Zi
280- 233 a.C. Han Fei Zi
Época Imperial 221 a.C. - 1911 d.C.
221-206 a.C. Dinastía Qin
206 a.C-220 d.C. Dinastía Han
Siglo II a.C. Confucianización del Imperio
Siglo I a.C. Introducción del Budismo de China
Siglo II d.C. Surge el Taoísmo religioso
618-907 d.C. Dinastía Tang
Apogeo y decadencia del Budismo
960- 1279 Dinastía Song
Surge el neo Confucianismo
1130- 1200 Zhu Xi
1368- 1644 Dinastía Ming
Los Grandes Códigos Legales
1644- 1911 Dinastía Qing
1839- 1842 Primera Guerra del Opio
1894- 1895 Guerra chino-japonesa
Época Republicana 1911 d.C. en adelante
1911-1949 República de China
1919 Movimiento del 4 de Mayo
1949 República Popular China
1950 Ley de Matrimonios
1978 Política de puertas abiertas al mundo
2002 Ley de población y Planificación Familiar
Conclusiones
El pasado chino sigue ofreciendo una fuente inagotable de recursos a disposición de la humanidad. Confucio resumió en Cinco Libros la historia y la civilización china, que ha pasado a ser herencia universal. En gran medida, su doctrina, sus ideas, fueron el elemento de unidad y de armonía durante más de dos mil quinientos años. China es uno de los países que más claramente ha hecho de la defensa de la unidad familiar una política de Estado.
En la China clásica, la unidad básica de la sociedad no era la persona, sino la familia. La familia tradicional recibía a los hijos como una bendición. De entre todas las virtudes, la piedad filial era la primera y más importante. Asimismo, la familia tenía una importancia fundamental en la organización social, donde casi todas las relaciones eran relaciones familiares. Debilitar la unidad familiar significaba debilitar la unidad del Estado.
El modelo social que Confucio propuso se apoyaba en la virtud, no en la utilidad: ‘La benevolencia es la suma de la cortesía, la tolerancia, la sinceridad, la diligencia y la generosidad: la cortesía no es insolente; la tolerancia confiere autoridad; la sinceridad engendra confianza; el que es diligente obtiene buenos resultados y la generosidad atrae el afecto de los otros’.9
El taoísmo, el budismo y el neo-confucianismo coincidieron en enseñar que la benevolencia es la forma propia del hombre, la forma en que una buena persona trata a los demás. Esta benevolencia puede considerarse como una extensión de la piedad filial propuesta por Confucio y Mencio. Todos los caminos del pensamiento clásico, con excepción del legalismo, tienen por destino el bien y la verdad, no la utilidad.
En el modelo social de Mencio, una herencia que China conserva, la tarea de gobierno implica y requiere el esfuerzo por hacer el bien. No es aceptable un gobierno neutral o indiferente. Si los pueblos no reciben este beneficio, es ‘porque el que gobierna no hace uso de su facultad bienhechora, y no porque no pueda hacerlo’.10
En China, las tres enseñanzas coinciden en ver a la persona como un sujeto moral. El concepto de persona en China hace referencia a la valía moral del ser humano: sólo hay buenas o malas personas. Ahí se basa el criterio de selección del personal para ocupar cargos en el gobierno y la administración. La educación está orientaba a preparar buenas personas. Aquí, China aún posee una ventaja comparativa respecto del Occidente moderno, que sólo educa a su juventud de cara a los resultados.
La destrucción de los Libros Clásicos, ordenada por el primer emperador, no fue un ataque a la institución familiar sino al sistema familiar. El objetivo de esta medida extrema fue eliminar el carácter hereditario de la función pública. El Estado – exceptuada la familia imperial– se transformó en una organización profesional que descansaba en la virtud y la habilidad de sus funcionarios. El sistema de exámenes imperiales será durante dos mil años el mecanismo de promoción y garantía de la selección de estos hombres.
La importante contribución del taoísmo y del budismo a la identidad de la cultura china se relaciona, no tanto con la organización social del Estado y de la familia, –que sí es el tema de las enseñanzas de Confucio– sino con la relación entre el hombre y la naturaleza, en el caso del taoísmo, y la relación del hombre consigo mismo y en cómo resolver el problema del sufrimiento, tema central del budismo.
Durante la dinastía Song surge con fuerza extraordinaria el deseo de regresar a las fuentes confucianas. Al reconocimiento de la virtud y la habilidad se suma el interés por conocer el principio de todas las cosas. Sin embargo, la nueva escuela confucianista interpreta las continuas referencias a Dios y al Cielo de los Libros Clásicos en un sentido naturalista. De esta forma, cierran una puerta al espíritu humano y a la capacidad del espíritu humano de proyectarse hacia el futuro: Confucio siempre dejó abierta esa puerta.
La eliminación de los Códigos Imperiales ordenada por los presidentes republicanos (1911 y 1949) no fue un ataque a la institución familiar. El objetivo de estas medidas fue la introducción de relaciones de igualdad entre el hombre y la mujer y la emancipación de los hijos, introduciendo el concepto de la igualdad de los hombres ante la ley. En ambos casos se procuraba perfeccionar la institución matrimonial, no debilitarla.
Los hombres sabios de la antigüedad oriental fundaron la convivencia social sobre la base de las cinco relaciones humanas. La influencia de las ideas legalistas, que pretendían defender la fortaleza del sistema imperial a cualquier precio, fue la causa principal por la que se mantuvo el modelo de relaciones sociales jerárquicas, asimétricas: padre-hijo, marido-mujer, hermano mayor-hermano menor, de forma que ayudasen a reafirmar siempre la relación emperador-súbdito.
El contacto con Occidente obligó a China a incorporar a las empresas al tejido social. Con ellas China comienza a descubrir el concepto de persona legal y, en definitiva, el concepto de persona. En la empresa, China descubre nuevas relaciones de igualdad y de libertad. Más difícil es vislumbrar las relaciones de igualdad y libertad en la institución matrimonial occidental, pues prácticamente todo el Occidente atraviesa un largo período en el que la misma institución se ha desdibujado.
A Confucio le interesaban principalmente las virtudes sociales. A Zhu Xi, las individuales. Sin embargo, para recuperar el mensaje original de Confucio parece necesario dejar a un lado el único párrafo que Zhu Xi añadió a los Clásicos. Estos libros son para la educación ciudadana, se dirigen a enseñar la benevolencia, la armonía en las relaciones sociales y familiares e individuales. La honradez, la sinceridad, la amistad, el matrimonio, la fraternidad no se miden con los parámetros válidos para la ciencia, la física, las matemáticas o la economía.
Continúa presente en China la convicción de que quien gobierna tiene la obligación de llevar a cabo una labor benefactora no sólo respecto de la sociedad en general, sino también respecto de las familias y, ahora, de las personas. Por este motivo, para la formación cívica de la juventud, siguen siendo de gran actualidad los elementos esenciales de los cinco Clásicos y de los cuatro Libros.
Es un hecho histórico de alcance mundial la decisión de llevar a cabo desde 1978 una política de puertas abiertas. La decisión de aceptar una nueva forma de convivencia, basada en la igualdad de las personas –físicas o jurídicas– ante la ley, reemplaza al legalismo impuesto por el Estado de Qin, más de dos mil años atrás.11
La incorporación de las personas jurídicas ha significado un saludable avance en cuanto a crecimiento y bienestar económico. También ha dado fortaleza y solidez al Estado. Pero es importante notar que las empresas no reemplazan a las familias. En este contexto, nos parece válido abrir un serio interrogante sobre la bondad de la actual política familiar.
La ley de Población y Planificación Familiar (1-IX-2002) constituye un corte radical de China con su pasado. Los grandes cambios sociales a lo largo de la historia estaban orientados a eliminar el sistema familiar, no a la institución familiar. Por medio de esta ley, el Estado mismo debilita la institución, no sólo reduciendo al mínimo las relaciones de parentesco sino, lo que es más serio, disminuyendo la misma personalidad de sus ciudadanos, al quitarles la intencionalidad del amor conyugal y el poder de crear la vida teniendo en cuenta sus propias intenciones y sus propias circunstancias.
El matrimonio se funda sobre la intención de un hombre y de una mujer de compartir su intimidad de forma duradera y exclusiva, algo que todo ser humano tiene derecho a decidir de por sí, que pertenece a la libertad fundamental del hombre. La intencionalidad de los esposos respecto de la procreación forma parte de su intimidad y, por lo tanto, de su libertad. La soberanía de la familia es la esperanza para quienes buscan la verdad del amor y de los lazos humanos de solidaridad, esto es, la búsqueda de una sociedad más humanizada.
Sigue vigente en la cultura china la convicción de que, de todas las maldades que los hombres son capaces de cometer, la peor es la falta de piedad filial. No hay nada peor para un hombre que ser un mal hijo. No podrán ser buenos hijos aquellos que por disposición del Estado no llegan a nacer, ya sea por vía del aborto o por vía de la anticoncepción. Hoy parece importante rescatar el derecho del hombre a ser un buen padre, el derecho de la mujer de ser una buena madre. La virtud de la piedad filial está directamente relacionada con la paternidad responsable. Los padres se ven privados de las manifestaciones de piedad filial de aquellos hijos a quienes hubiesen deseado expresar su amor paternal, su amor maternal.
Para Confucio, podríamos extrapolar y decir para China, ‘la razón por la que se enseña a los niños a crecer en el sentimiento de piedad filial es en orden a que el niño aprenda a respetar a todos aquellos que son padres en el mundo’. Esto originó una sociedad fundada en el principio de autoridad. (Del libro Clásico de la Piedad Filial, capítulo 14).
En cambio, Occidente se ha inspirado en un relato bíblico: ‘por esto el hombre abandonará a su padre y a su madre y se unirá a su mujer y los dos serán una sola carne’. (Génesis 2, 24). Este punto de partida originó una sociedad fundada sobre principios que promueven una mayor igualdad, libertad y de forma muy especial, una mayor dignidad de la persona humana. Esta es quizás, la mayor diferencia entre oriente y occidente.
Pero, las dos civilizaciones milenarias, ya sea que se gobiernen más por el principio de autoridad, ya sea que lo hagan en un entorno de mayor libertad, han coincidido siempre en que, ‘en el humilde interior de la alianza conyugal, al alcance de cualquier desposeído de poder y de gloria, anida una extraordinaria, específica y exclusiva potestad soberana, el poder de transmitir la vida. Esta soberanía de la persona, del varón y de la mujer, fundamento del derecho conyugal, es irreductible e inviolable por parte de la soberanía política’.12
1 La Revolución Cultural tuvo lugar entre 1966 y 1976 y se posee una abundante
literatura sobre el tema. ‘Vida y Muerte en Shanghai’, más que un libro es una pequeña
obra de arte. Guardo una profunda admiración por Nien Cheng, su autora.
2 Lin Y.T. (2006), p. 169
3 Thorp, R.L. (1988), pp. 21-23
4 Chan, W.T. (1973), p. 92
5 Se estima que en el año 2010, más de doscientos millones de personas se desplazarán durante el Año
Nuevo Lunar. La gran mayoría son jóvenes que viajan desde sus lugares de trabajo para reunirse con sus
padres y abuelos, que viven en otras ciudades o en el campo.
6 Las enseñanzas de Confucio son llamadas en español indistintamente, confucionismo
o confucianismo. En la tesis usaremos la segunda forma.
7 Las cinco relaciones son: padre-hijo; esposo-esposa, emperador-subordinado, hermano
mayor-hermano menor y finalmente la relación entre amigos.
8 Confucio (2002), Libro 7, No. 20
9 Confucio (2002), Libro 17, No. 6
10 Mencio (2003), Libro 1, Parte A, No. 7, pp. 17-19
11 En los últimos años, el gobierno de China se ha manifestado decididamente a favor del Rule of Law,
esto es, considera a la persona como sujeto de derecho.
12 Viladrich, P.J. (2005), p. 84 y pp. 89-93
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