El corazón, tarde o temprano puede fallar. Si contamos con una buena formación doctrinal, las fallas del corazón, las suplirá la razón.

Dios, en su infinita bondad, creó muchas realidades complementarias: entre ellas, la mente para razonar y el “corazón” para sentir. Si bien son realidades llamadas a alcanzar un equilibrio, lograrlo no siempre resulta fácil.