lunes, 1 de noviembre de 2010

SOBRE LA GRATITUD

A continuación nos es grato ofrecerles algunos pasajes de la conferencia impartida por el profesor Juan Cruz CRUZ en el Aula Magna de las Facultades Eclesiásticas de la Universidad de Navarra, el pasado 4 de febrero 2010, como contribución a la celebración del Patrono Santo Tomás de Aquino. El título de esta lección magistral —seguida con vivo interés por varios centenares de profesores y alumnos— fue Sobre la gratitud: una página de Séneca comentada por Tomás de Aquino.

No pretendemos aquí transmitirles un resumen completo, ni tampoco la estructura de la conferencia, simplemente hemos espigado algunas frases senecanas y tomistas que a los asistentes nos dejaron pensando sobre la calidad de nuestro agradecimiento.

A partir del estudio que Santo Tomás hace en la Suma Teológica, II-II, cuestión 106 sobre la gratitud, y recurriendo a algunas de las 76 citas de Séneca que el Aquinate utiliza en sus obras, el conferenciante incursionó en un terreno muy fecundo para advertir la finura de espíritu que trasunta la gratitud tal como la conciben estos dos grandes humanistas.

1. Shakespeare en El mercader de Venecia recuerda que "La gracia del don bendice a quien da y bendice a quien toma". Ambos extremos resultan beneficiados por la generosidad. El don es una carga graciosa, y conlleva la obligación de no desobligarse.

Pero cuando ya he retribuido con algo por el don recibido, todavía me siento obligado; así es la verdadera gratitud: "Una gracia sería desgraciada cuando se la intente devolver con justicia" (Séneca).

En realidad, a través de la gratitud y de la retribución por los dones recibidos, llegamos a un campo superior, donde puedo decir: "Sólo cuando te amo más que tú a mí, te pago con gratitud". Un hombre es agradecido cuando devuelve algo más que lo recibido.

2. ¿Cómo darse cuenta que alguien no es agradecido? Lo primero es RECONOCER el don recibido. La mayor ingratitud es no reconocer el don, que falte la memoria. La memoria paga siempre un don, aunque falte luego otra cosa.

El olvido es siempre ingratitud.

Séneca, comentando De beneficiis, hace una gradación de injustos: para él, el mayor de los injustos es aquél que olvida.

Fieles a sus raíces lingüísticas indoeuropeas, en griego y en alemán, las palabras para designar Gratitud y Memoria, se parecen. Aún hoy en el actual idioma germano decimos Denken y Danken.

3. Pero para la gratitud existe también un tiempo oportuno, un Kairós. Nos dice Séneca: "¿Quieres agradecer un don? Pues recíbelo con agrado". El donador ha de dar presto, pero el agradecido quizás no deba pagar enseguida. Y aquí el Aquinate siguiendo al Estoico hace una puntualización muy fina: "recréate, espera, no seas deudor a disgusto, porque si lo eres querrás retribuir enseguida".

Como dirían los clásicos castellanos, habrá que hacerlo "en su sazón", "la gratitud ha de guardar coyuntura".

4. ¿DESPROPORCIÓN? Sí, desproporción: "Como el donador dio lo que no debía, el agradecido debe dar lo que no debe". Santo Tomás también lo recuerda aquí: "El amor es tal, que cuanto más se paga, más se debe". Por eso nadie quiere que lo absuelvan de una deuda de amor...

Esa religación que podemos encontrar tanto en la gratitud como en el amor, ha estado significativamente bien representada en la antigüedad griega por las pinturas y esculturas de las Tres Chárites, que en Roma llamaron Gracias. Esas tres diosas menores que bailan abrazadas en círculo, dos mirando en una dirección y otra en la contraria, simbolizan no solamente el encanto, la belleza y la alegría, sino también su causa, que es el agradecimiento. Forman un círculo festivo donde al don ofrecido corresponde el don recibido, y de ambos nace la gratitud y el amor. Las antiguas representaciones clásicas de ese círculo formado por las bellas Eufrósine, Áglaye y Talía, como es bien sabido, han sido continuadas por Botticelli, Rubens y Dalí, entre tantos otros.

5. Aristóteles, que es el Filósofo por antonomasia para Tomás de Aquino, pregunta también: "¿qué es lo que más presto se ennegrece?" Y contesta: el agradecimiento. Para evitar la inhumanidad que ello trasunta, tanto Séneca como el Aquinate aconsejan "mirar más al afecto íntimo que al efecto objetivable cuando se recibe cualquier don".