martes, 7 de agosto de 2012

ARGENTINA: LO MEJOR ESTÁ POR VENIR

Personas de diversas extracciones, con distintas trayectorias en el ámbito político, económico, social, cultural y académico, hemos decidido unir nuestros esfuerzos y los aportes cualitativos que podamos hacer para consolidar un proyecto de unión nacional, que aspiramos ayude a generar una esperanza activa y movilizadora para la ciudadanía de Córdoba y del país.

Traemos a este espacio también las necesidades y preocupaciones de la gente más humilde y necesitada, que se suman a las injusticias y contradicciones que debemos sufrir todos los argentinos más allá de nuestra condición económica, por atropellos, ineficiencias y corrupciones del Estado en todos sus niveles, de instituciones públicas que no funcionan correctamente y el avance de sectores corporativos en desmedro del bien común.


Estamos atentos de que Argentina haya derivado su democracia a un sistema emblemáticamente populista que por ello, paradójicamente, debilita a las instituciones democráticas. Elevamos nuestro reclamo firme y concreto por recuperar la rigurosidad democrática -sus principios y mecanismos de controles y contrapesos- así como el Federalismo auténtico, que es sin duda la mejor fórmula para un país tan extenso y diverso como el nuestro.

Las soluciones no pasan por privilegios, ni favores, ni mucho menos por un Estado Nacional que confisque los recursos de las provincias para luego entregar esos fondos según su conveniencia política. Sólo lograremos un desarrollo equitativo y sustentable fijando reglas claras, estables, con la garantía de que sean cumplidas por todos, sin excepciones. Resulta frustrante que todavía no hayamos sido capaces de darnos como país el debate necesario sobre la Ley de Coparticipación y una distribución sustentable -y justa para los ciudadanos- de los recursos fiscales y, a tenor de tal debate, asumir las decisiones consecuentes. Tenemos que encarar las materias constitucionales pendientes, en lugar de pensar en nuevas reformas.

El federalismo es también la garantía de respeto por las distintas realidades productivas de nuestras economías regionales -hoy puestas en jaque por la discrecionalidad e improvisación en el manejo de las políticas económicas por parte del Gobierno Central- así como de las diversas culturas e idiosincrasias que han hecho crecer a la Argentina a lo largo de su historia. El principio de subsidiariedad debe ser el norte que guíe todas las Políticas de Estado en todos los niveles de gobierno. Sin embargo también es necesario advertir que las autonomías provinciales no pueden significar un permiso para irresponsabilidades fiscales por parte de los respectivos actores institucionales.

Hoy, en medio de tanta confusión de ideas, ideologías y discursos -en una sociedad argentina que se ha vuelto excesivamente controversial- pretendemos que nuestro mensaje sea claro e iluminador: orden, transparencia, progreso, libertad, respeto por la ley, seguridad jurídica y apertura al mundo. Son estos los verdaderos pilares para establecer un principio de solidaridad estable.

Advertimos con preocupación la degradación de nuestro sistema de convivencia social por el aumento de la delincuencia, la complejidad de los delitos y el influjo de redes internacionales de crimen organizado operando sobre nuestro territorio con notable impunidad. La tarea básica y esencial de la política es asegurar la vida y la propiedad de sus habitantes. No poder cumplir con este mandato que hace a la existencia misma del Estado habla de la precariedad y la ineficacia de nuestras estructuras gubernamentales.

Los problemas de convivencia también se proyectan a otras esferas de la sociedad, al calor de relatos excesivamente confrontativos sin fundamentos sólidos. No podemos seguir alimentando la lógica “amigos-enemigos” desde el discurso político. Convocamos a recuperar la convivencia pacífica y tolerante entre los argentinos para alcanzar el progreso de largo aliento. No se trata de oponer un supuesto modelo “liberal-republicano” a otro populista y nacionalista, sino de comprender que la convivencia social y la armonización de los intereses divergentes de una sociedad plurar sólo se logra a partir del respeto irrestricto por las instituciones por cuya consolidación ha corrido sangre de muchos argentinos a lo largo de nuestra historia.

Lamentablemente la construcción de un proyecto político nacional, con estos principios y criterios rectores, se distorsiona, se corrompe y se pierde en los personalismos y las visiones acotadas o de corto plazo. Nos preocupan de nuestros gobernantes las conductas propias de un despotismo, que causan miedo, amedrentando a los ciudadanos. Por el contrario, creemos que un Estado cuya virtud se vertebre a partir del civismo, garantizan la confianza de cada ciudadano en su libertad, tanto en su expresión cuanto en su acción.

Ha llegado la hora de enfrentar la corrupción estructural como una de las principales tragedias que sufre nuestro país. Su dimensión y su gravedad frustra nuestra realización colectiva de manera permanente. Es que la corrupción no sólo afecta a los presupuestos más elementales de la ética sino que distorsiona la justicia de las políticas públicas así como la eficacia de su gestión.

Posiblemente, la prioridad para revertir tantos años de fracasos en la construcción de un proyecto exitoso para nuestro país, pueda resumirse en la necesidad acuciante de dirigentes públicos capaces, educados y honestos. Urge resolver en este sentido los problemas estructurales que afectan a nuestro sistema educativo, particularmente las demagogias que desvirtúan el nivel secundario y universitario, para que vuelva a ser un semillero de ciudadanía y dirigencia comprometida con el bien común.

En el corto plazo es crucial que vuelva a los hogares de los argentinos la estabilidad, el crédito, el ahorro. Exigimos a los responsables se tomen las medidas adecuadas para que podamos recuperar la confianza que requieren los proyectos de largo aliento, que son los que aseguran fuentes de trabajo formal y desarrollo genuino.

Esa confianza es la base para poder sumar a la creatividad y versatilidad propia de la idiosincrasia argentina un compromiso mayor con la cultura del trabajo, del esfuerzo, del respeto por las normas, por nuestro prójimo y por el medio ambiente, para aprovechar al máximo las oportunidades que nos ofrece el mundo de hoy.

En el marco de la capacitación permanente de las nuevas generaciones debemos ser capaces de brindarles las herramientas para que puedan desarrollarse e incorporar valor agregado a nuestras materias primas con productos y servicios que sean competitivos a nivel mundial. El camino será largo pero el horizonte es inclusivo y auspicioso.

Es importante seguir fortaleciendo la institución de la familia y los valores comunitarios. La transformación de las realidades de las familias pobres y excluidas tiene que constituirse en nuestra prioridad y nuestra urgencia como nación. Repudiamos que ciertas estructuras políticas, sigan utilizando a los más humildes para hacer clientelismo a través del descalificable manejo de los fondos sociales.

Nuestra lucha es para que los ciudadanos -hombres y mujeres- de todas las provincias, sin importar su condición social, puedan ser protagonistas de sus propias vidas y artífices de su destino. Insistimos en que la educación es el camino y su resultado.

Los compromisos por la vigencia de los derechos humanos no se agotan en testimonios respetables, brindados en tiempos adversos. Para ser ejemplares tales testimonios deben ser ajenos a los favores del poder político de turno pues si no se desvirtúan en beneficio de intereses ideológicos partidistas. La verdad y la Justicia que debiera ser consecuencia de aquellos testimonios son incompatibles con disfraces de acontecimientos dolorosos ocurridos y que por ello causa repulsa a la genuina y honesta vigencia de esa verdad y esa justicia.

Por ello, no podemos descansar mientras no hayamos asegurado que todos los argentinos son respetados en sus derechos humanos. Ellos requieren menos discursos y más compromiso conservicios efectivos y eficientes de educación, de salud, de justicia y seguridad. La eficacia y la eficiencia en la Gestión Pública deben volver a ser exigencias prioritarias para acreditar un buen gobierno.

La esperanza que ofrecemos vence al miedo que se pretende instalar. Ese es nuestro mensaje federal. Y vamos a llevarlo a cada rincón de la Argentina: desde la Quiaca a Usuhaia, desde Formosa hasta nuestras queridas Islas Malvinas y la Antártida. En cada Barrio, en cada fábrica, en cada pueblo, en cada iglesia, parroquia o templo, en cada organización no gubernamental o institución.

La esperanza vence al miedo. Lo mejor está por venir.

Córdoba, 2 de Agosto de 2012.-

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