Este aserto pensado
para instituciones públicas ha servido para ayudar al management mercantil y
éste a su vez ha desarrollado prácticas que pueden ser útiles en el ámbito público.
Lo que sigue esboza algunas de éstas.
El significado de las
voces Gestionar, Dirigir, Gobernar, depende de situaciones y países. En América
del Sur se usa gobierno en sentido de lo cotidiano y su manejo. Como al órgano
supremo de la empresa lo llaman Directorio, sus miembros serán “directores”…la
confusión está servida: sugiere que dirigir es algo por encima de gobernar. La
configuración jurídica, por otra parte, es muy francesa mientras que buena
parte de la terminología es sajona, lo que añade su pizca de ambigüedad.
Gobernar es la tarea de más alto nivel, mientras Gestionar es la más próxima a la ejecución y Dirigir es lo que media entre ambas. Las tres se ejercitan a través de otras personas, de modo que el contenido técnico es secundario frente al político, esto es, el de conseguir que una serie de personas más o menos libremente lleven a cabo algunas tareas orientadas a un mismo fin.
Correspondería a
las personas de Gobierno la elección de esos fines, objetivos y políticas
generales, así como las personas y medios principales para su ejecución
–personal Directivo- y a éstos corresponde concretarlos en programas de acción para
los mandos medios –personal de Gestión- más ejecutores. Gobernar es una tarea
esencialmente política; dirigir y gestionar tienen una naturaleza más técnica.
Gobierno implica
legitimidad y mínima ejecutoria profesional: que es lo típico de la propiedad o
titularidad, o sus representantes. Quizás sea la titularidad esa parte del
gobierno menos conocida: hace referencia a quienes tienen la última palabra
sobre los aspectos más condicionantes de la empresa o la institución. Puede ser
o no también propietarios materiales, pero sí son los propietarios
intelectuales del “proyecto” y de la influencia sobre el resto de instancias.
Quien Gobierna
define y elige personas y cosas, pero después supervisa y controla. Quien
Dirige desarrolla las metas y políticas generales convirtiéndolas en programas
de acción. Finalmente, quien Gestiona se encarga de llevarlos a cabo con un
mínimo margen discrecional. El campo de competencias de los tres es una
decisión de gobierno.
Un ejemplo aclaratorio
puede ser la “Gestión del Cambio” traducción de Change Management. Mientras que
la dirección y la gestión se concentran en lo que ha de mudar, el gobierno se
concentra en lo que ha de permanecer inmutable delegando y supervisando el
resto.
La estrategia se
decide a nivel de gobierno –Directorio o similar- aunque se estudie y se defina
a nivel de dirección. Éste aporta las diversas alternativas pero es aquel quien
tiene la última palabra. Solo en este sentido se puede decir que el gobierno se
ocupa de la estrategia.
Los criterios para
situar a una persona en uno u otro nivel de responsabilidad son técnicos,
prudenciales y de confianza de la propiedad o titularidad. Desde otro punto de
vista se pueden clasificar en relacionados con los conocimientos conceptuales,
conocimientos prácticos, actitudes relacionadas con los valores, con la
voluntad y, finalmente, ciertas capacidades innatas. Todos ellos serían los
propios de las personas de gobierno, mientras que el acento debería pivotar
sobre los conocimientos y habilidades prácticas en las personas de dirección o
de gestión.
La meritocracia
aumenta desde los mínimos en el gobierno, pasando por su criticidad en la
dirección y la necesidad en la gestión. De alguna manera, al gestor se le
selecciona, mientras que al gobernante se le elige.
En empresas chicas
o en fase neonatal unas mismas personas hacen de todo –gobernar, dirigir,
gestionar-. En estos casos es más importante distinguir cuándo se actúa como
propietario, directivo o gestor. Uno mismo lo hace todos los días: se planifica
de mañanita, luego va trabajando “haciendo de” o con los distintos roles.
En el fondo, los
tres niveles de responsabilidad son tres niveles de servicio: corresponde al
Gobierno el más alto y amplio servicio a todos los demás “stakeholders”: empleados, accionistas, clientes, proveedores y
autoridades. La Dirección y la Gestión sirven de modo directo a un número más
restringido de partes implicadas, pero el sentido y la finalidad común se
impulsa desde la instancia de gobierno.
No obstante, gobernar
implica cierta “seniority” y cierto “ownership”. Gestionar o dirigir no es
la culminación de una carrera técnica a pesar de exigir un buen nivel
tecnológico; precisa un nombramiento, cierta confianza, etc., es decir, son
tareas y posiciones políticas, que exigen inteligencia política y emocional.
Finalmente, puede
resultar interesante para la cosa pública la diversa forma de operar
colegiadamente según se esté en el plano de la gestión, la dirección o el
gobierno. El elevado grado de colegialidad en el gobierno implica una grande y
pacífica identidad de propósitos y cierto nivel de conocimiento de la
organización, mientras que la adecuada colegialidad en el de dirección es menos
“abierta” y en el de gestión es decididamente más técnica; es decir, que en
estas dos últimas resultarían insuficientes los conocimientos técnicos
corrientes en el nivel de gobierno. Pero el grado y forma de la colegialidad a
cada nivel es una decisión del más alto nivel.
Es preciso escapar
de las tentaciones de dos tipos de soberbia: la soberbia técnica y la soberbia
política. La primera somete todo al determinismo material; la segunda al
decisionismo arbitrario. El equilibrio y proporción de ambos componentes forma
parte del arte del buen gobierno.
LMC. Mayo.2012
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